La casualidad. No fue casualidad que yo fuera a ese espacio donde los libros, el buen café, el exquisito vino y el formidable ambiente se reúnen a raudales. Ya había leído algo en la prensa. Y me faltaba ir. En la pequeña calle de San Joaquín se encuentra este espacio. Para mí es un bello espacio, aparte de librería y vinoteca. Casualidad sí fue que ese señor se parase frente a su escaparate, casualidad que entrase, casualidad que lo pillase fumando frente a un hermoso álbum ilustrado de Pepe Monteserín Corrales titulado LA CASUALIDAD. Sin querer, de casualidad, se ha dicho siempre. A veces te encuentran sin tú querer, de casualidad. Una huida nunca es casual.
Pero vayan a ver a esos tres jóvenes emprendedores infames.
Vientos del pueblo me llevan, vientos del pueblo me arrastran, me esparcen el corazón y me aventan la garganta.
Miguel Hernández
El mundo de los demás
El mundo es como aparece ante mis cinco sentidos, y ante los tuyos que son las orillas de los míos. El mundo de los demás no es el nuestro: no es el mismo. Lecho de agua que soy, tú, los dos, somos el río donde cuando más profundo se ve más despacio y límpido. Imágenes de la vida: a la vez que recibimos, nos reciben entregadas más unidamente a un ritmo. Pero las cosas se forman con nuestros propios delirios. El aire tiene el tamaño del corazón que respiro y el sol es como la luz con que yo le desafío. Ciegos para los demás, oscuros, siempre remisos, miramos siempre hacia adentro, vemos desde lo más íntimo. Trabajo y amor me cuesta conmigo así, ver contigo; aparecer, como el agua con la arena, siempre unidos. Nadie me verá del todo ni es nadie como lo miro. Somos algo más que vemos, algo menos que inquirimos. Algún suceso de todos pasa desapercibido. Nadie nos ha visto. A nadie ciegos de ver, hemos visto.
Ya os hablé en una entrada de ese mismo racimo de uvas/pasas: Merma. Ese racimo aún me acompaña y creo que ya es imposible que las pasas vacíen más agua. El otro elemento del bodegón es una manzana que traje de Marruecos, en aquella visita en la que perdí la cámara. También me sigue acompañando.
Casi todo se arruga. Nosotros, que somos agua, también. Vertemos las arrugas al espejo y éste nos suele contestar con una crema. Casi todo se consume. Nosotros, que somos fuego, también. Arrugas y tizones suelen ir paralelos en la vida. Pero toda marca guarda un secreto, un flujo de agua que fue cadencioso, hormonal y exclusivo.
Juan del Enzina
A tal pérdida tan triste buscadle consolación claro está qu'es traición. Todo nuestro bien perdemos perdiendo prinçipe tal pérdida tan desigual no hay con que la consolemos.
De una caracola fluye la semilla en la semilla une todos los perfumes los de la muerte y la vida
Cuando inventó la dulzura nació el fruto y el aroma su lecho es toda la tierra rie cuando todos dudan
Esa dulce caracola pan semilla pecho ardiente puede ser la Rigoberta en Guatemala y su gente puede buscar a sus nietos plaza de mayo impaciente o tantas que sin justicia en Juárez siguen silentes siguen silentes...
Inventoras de vertientes harina que multiplica el pan que muchos no tienen y que sus manos abrigan
Hay caracolas del mundo Gladis, Frida, Joan, Violeta son perfume de muchachas miradas siempre despierta
Esa dulce caracola pan semilla pecho ardiente puede ser la Rigoberta en Guatemala y su gente puede buscar a sus nietos plaza de mayo impaciente o tantas que sin justicia en Juárez siguen silentes siguen silentes....
Tengo mis dudas. No sé que hacer si soplar estos Tragopogones dubius o quedarme con los miles de Taraxacum officinale. Sólo el nombre de los tragopogones ya asusta, sin contar con la duda que arrastran. ¿Creíais que todos eran dientecitos de león? Pues no. Los tragopogones son duros de soplar, las folerpiñas están muy aferradas y son muy roñosas a la hora de conceder. Así que decido y confío en mi capacidad pulmonar pues la lámpara de Aladino no aparece. Ahí sí. Sería cuestión de frotar y el geniecillo a la orden. Aquí no vale eso. Aquí hace falta soplar y no parar, como en el cuento de los tres cerditos, soplaré, soplaré y la casa derribaré. Dicen que no diga nada de los deseos pues no se cumplirán. Hecho, me callo. Sólo diré que no soy ambiciosa. Y puede que lo que quiera esté al alcance de mi mano sin tener que soplar. Querer lo que dice la canción de Guadi Galego parece sencillo, pero intenten como dice comprar un Abril a alguien. Y es que Abril no se compra, se comparte. Y este año Abril se desbordó de primavera.
Consejo: llevemos a cabo nuestros sueños antes de que los sieguen. O hagámonos revolucionarios.
QUIXERA (Guadi Galego y Guillermo Fernandez de su disco 'ESPIDO')
Quixera mirarte poder respirar , a vida é un regalo que ti " me ves" a dar ai quixera mirar as túas mans ao despertar e o vento do sol que me trae a paz
Quixera mirarte deixa que me achegue tratarte moi doce e comprarche un abril ai quixera mirar os teus ollos e sorrir e o vento do sol que me trae a paz
ritmo lento que me abanas tráfico de sentimentos ritmo lento que me abanas tráfico de sentimentos
quixera contarche como sobrevivir darche o remedio pra sempre sorrir ai quixera sentir que esta noite vas a vir e o vento do sol que me trae a paz quixera mirarte poder respirar, a vida é un regalo que ti "me ves " a dar ai quixera mirar as túas mans ao despertar e o vento do sol que me trae a paz
ritmo lento que me abanas tráfico de sentimentos ritmo lento que me abanas tráfico de sentimentos
Ay luna que reluzes, Toda la noche m 'alumbres. Ay luna tan bella Alumbresme a la sierra; Por do vaya y venga Ay luna que reluzes Toda la noche m'alumbres.
La luna aquí. ¿Quién da más? Me refiero a luz. La luna como unicornio de luz, como la amapola blanca. La luna que nos cabe en el bolsillo y que nos tiñe de cielo. No me atrevería a decir nada de la luna si no fuese porque me provoca. Y yo la reto, sal y métete en mi ojo, serás por donde yo vea en la sierra cuando de casa salga. Asumimos el reto ambas.
Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. Oh Maga, en cada mujer parecida a vos se agolpaba como un silencio ensordecedor, una pausa filosa y cristalina que acababa por derrumbarse tristemente, como un paraguas mojado que se cierra. Justamente un paraguas, Maga, te acordarías quizá de aquel paraguas viejo que sacrificamos en un barranco del Parc Montsouris, un atardecer helado de marzo. Lo tiramos porque lo habías encontrado en la Place de la Concorde, ya un poco roto, y lo usaste muchísimo, sobre todo para meterlo en las costillas de la gente en el metro y en los autobuses, siempre torpe y distraída y pensando en pájaros pinto o en un dibujito que hacían dos moscas en el techo del coche, y aquella tarde cayó un chaparrón y vos quisiste abrir orgullosa tu paraguas cuando entrábamos en el parque, y en tu mano se armó una catástrofe de relámpagos y nubes negras, jirones de tela destrozada cayendo entre destellos de varillas desencajadas, y nos reíamos como locos mientras nos empapábamos, pensando que un paraguas encontrado en una plaza debía morir dignamente en un parque, no podía entrar en el ciclo innoble del tacho de basura o del cordón de la vereda; entonces yo lo arrollé lo mejor posible, lo llevamos hasta lo alto del parque, cerca del puentecito sobre el ferrocarril, y desde allá lo tiré con todas mis fuerzas al fondo de la barranca de césped mojado mientras vos proferías un grito donde vagamente creí reconocer una imprecación de walkiria. Y en el fondo del barranco se hundió como un barco que sucumbe al agua verde, al agua verde y procelosa, a la mer qui est plus félonesse en été qu'en hiver, a la ola pérfida, Maga, según enumeraciones que detallamos largo rato, enamorados de Joinville y del parque, abrazados y semejantes a árboles mojados o a actores de cine de alguna pésima película húngara. Y quedó entre el pasto, mínimo y negro, como un insecto pisoteado. Y no se movió, ninguno de sus resortes se estiraba como antes. Terminado. Se acabó. Oh Maga, y no estábamos contentos.
El texto de arriba es de Julio Cortázar. Rayuela, capítulo 1. Este paraguas también murió dignamente en un terreno de siembra, nada de barranco. Paraguas casual lo llamo yo. ¿Qué ventolera lo traería hasta este lugar? Quise asociar el paraguas a un buitre que el día anterior había fotografiado. Desajuste en el aterrizaje del buitre, porción de azar en el paraguas. Sensación de agua, evaporación de carroña. Curiosas situaciones en las que el viento colabora. O como dice FIA NA ROCA en su tema: O sube la tierra o baja el cielo de su disco 'Aguardando a que pase algo'. Quizá sea mejor mojarse el el amor (no confundir con amar).
Recuerdos de pequeña: el cura de mi pueblo: hosco a rabiar. Las niñas apenas teníamos relacion con él. Eran los niños los que hacían las tareas de monaguillo. Ellos llamaban 'cuervo' a don Emilio. Ese recuerdo ha vuelto a mi cabeza la semana pasada durante mi viaje a Roma. Fue ante la cúpula del Vaticano. Algo debió trascender en mí cuando yo señalaba asustada a esa ave oscura y que para nada se parecía al Ave del Paraíso. Un guarda de seguidad atajó: 'È un cedro'. Me aliviaron, me repuse. Pero seguía notando un aleteo extraño, no podía quitarme de encima unas garras interiores. Aquel lugar, aquella solemnidad, aquel trasiego de gente, arte, religión, pasión, oscuridad. Dudé si subir a aquella cúpula preservada por aquella ave, porque para mí seguía siendo ave disfrazada. Subí sin asombrarme de las escaleras mas sí de Roma vista en 360º y desde arriba. Y volví a ver a aquella ave desde arriba. 'È un cedro', recuerdo que me dijeron. Pensé en ese momento cómo desgajando la oscuridad se puede ver todo más claro. Del Vaticano me quedo con sus imponentes cedros y pinos laricios, amén de las pinturas de Miguel Ángel.
Os hablaba de victoria ayer. Continuidad de la vida. Ejemplo: el pico picapinos macho (por la coloración roja de la nuca) que logré capturar en una de mis imersiones en el bosque. Un robledal en este caso. Lo llaman tamborileo al ruido que hace el pico picapinos cuando está afanado en la tarea. Por la época en que lo capté pudiera estar reclamando hembra. Pero más información ornitológica la hallaréis en el enlace resaltado del nombre. Lo asombroso fue el breve minuto de emoción, como si el reclamo fuese yo. Ingenua de mí que me asomé camuflada como estaba. El macho me desdeñó. Así, como el que quiere la cosa. La audición ya forma parte de la experiencia: la caja de resonancia la constituiría un árbol seco.
Coloco esa tela floreada en mi ventana. Quizá el frío se invierta al llegar a ella. Estoy convencida de que, como dice mi adorado Camané, habrá un lugar donde toda la cosecha dé razones más que maduras, fermente, en fin, descansada. Hoy tengo doble alma, de fado y de flor.
Quem à janela Camané
Ninguém sabe por que fados Os ventos sopram sozinhos Às janelas da saudade arrastando tempestades Que nos fustigam as carnes Desfazendo com uivados O que foi a nossa imagem Resto de nós, quase aragem À janela À janela À janela
E haverá um lugar Onde toda esta colheita De razões mais que maduras Fermente enfim descansada Desfazendo até ao osso Este esboço de pureza Desfeito em água mirada Que está aonde e é o quê À janela À janela À janela
Bato ao postigo, à vidraça Responde o ego, batendo Não sei se lá está alguém Ou não quer, não pode ouvir-me Quisera eu estar lá dentro E fora também, batendo Quisera eu ser alívio P'ra nosso alívio encontrar À janela À janela À janela
Agua Viento Propulsión Pescado (en su raspa) Letra:
LA NIÑA DE FUEGO Zambra
La luna te besa tus lágrimas puras, como una promesa de buena ventura. La Niña de Fuego te llama la gente y te están dejando que mueras de sed. Ay, Niña de Fuego, ay, Niña de Fuego. Dentro de mi alma yo tengo una fuente pa que tu culpita se incline a beber. Ay, Niña de Fuego, ay, Niña de Fuego.
Mujer que llora y padece, te ofrezco la salvación. Te ofrezco la salvación. El cariño es ciego. Soy un hombre bueno que te compadece. Anda, y vente conmigo, ay, Niña de Fuego.
Ya esta muerta Sthephana. Ya hemos escuchado el aria de Siberia. Ya hemos comprobado que nuestro amor se queda en mantillas comparado con el de latitudes superiores. Pues hala, la muerta al hoyo y el vivo al bollo. ¡Aaaaalto!, que ésto es alta cocina y no sólo de bollos vive el hombre. Hoy os propongo una nutritiva receta: Raspa Caramelizada. Dejemos que la carne del pescado se la coman los más voraces. Quedémonos nosotros con el fósforo que aporta la raspa, chupémosla a través del hielo. Stephana soy yo ahora, nada de Siberia (S-Iberia, Manolo-tel), la Niña de Fuego. Escuchemos:
Preparemos el chorro. Ascendámoslo. Punto principal de la receta. El día debe ser gélido. Frío del carajo, si no no vale. Frío y viento. El chorro asciende, el fuego conjuga. La noche hará el resto. Es una receta de la abuela pero con modificaciones sustanciales. El largo tiempo es lo que se mantiene. Nada de prisa, toda la noche. El hielo hará el resto. Escojamos el pescado aparente, de buena raspa. Escuchemos mientras cocinamos:
Raspa caramelizada
Este es el resultado. La raspa caramelizada. Puede que al saborearla nos sepa a agua y que nos deje un poco fríos. Eso es la primera sensación. El sabor, si está bien conjugado, avanza. Poco a poco nos entrará el mar, no acordaremos de Moby Dick y, al final, preferiremos unos boquerones bien rebozados a la raspa caramelizada. Pero, no desconfiéis, el postre, aunque de apariencia terrosa, hará las delicias de nuestras mejores Contesas:
una suculenta Stracciatella.
A falta de Manolo Caracol, dejemos que Miguel Poveda interprete el final de esta comida. Quintero, León y Quiroga siempre serán grandes:
Hoy es el último día de éso que llaman año, que, dentro del tiempo y su transcurso no tiene ningún sentido. Pero me apropio de la debilidad que a veces aterriza en mí para daros todas las estrellas, eso sí, si fueran mías, igualito a como lo canta Melody Gardot, con las risas incluidas. Siempre me pregunté si lo globos ascendiesen y ascendiesen hasta dónde lo harían. ¿Hasta las estrellas? Lo que sí hemos presenciado este año ha sido el desinfle de la desvergüenza del exceso de la construcción. Torres más altas han caído, se suele decir. Y torres más altas se volverán a construir. Así que estas imágenes vayan como metáfora de una aparente victoria del vuelo frente a la especulación. Ah, deseos me quedaron de ir en ese globo, pero, como siempre, estaba al acecho para fotografiarlo a mi gusto y sacar mis propias conclusiones.
If the stars were mine Melody Gardot
If the stars were mine I'd give them all to you I'd pluck them down right from the sky and leave it only blue I would never let the sun forget to shine upon your face so when others would have rain clouds you'd have only sunny days If the stars were mine I'd tell you what I'd do I'd put the stars right in a jar and give 'em all to you
If the birds were mine I'd tell them when to sing I'd make them sing a sonnet when your telephone would ring I would put them there inside the square, whenever you went out so there'd always be sweet music whenever you would walk about If the birds were mine I'd tell you what I'd do I'd teach the birds such lovely words and make 'em sing for you I'd teach the birds such lovely words and make 'em sing for you
If the world was mine I'd paint it gold and green I'd make the oceans orange for a brilliant color scheme I would color all the mountains, make the sky forever blue So the world would be a painting and I'd live inside with you If the world was mine I'd tell you what I'd do I'd wrap the world in ribbons and then give it all to you I'd teach the birds such lovely words and make 'em sing for you I'd put those stars right in a jar...and.......... give them all...to you.......
Hay aves alargadas con formas de ramas. No lo digo yo. Son aves que nacen de un leño incubado y que se destacan en los inviernos más rigurosos. Son aves que admiten la quietud por vuelo, aves que no elogian las garras, singulares aves que despiden todas sus hojas. Dicen de algunas de esas aves que tienen cabeza de murciélago pero que lo suyo no es chupar sangre sino hacer más cálida la visión. Yo vi una de estas aves fantásticas. Condición requerida: silencio apropiado.
EL HOMBRE INVISIBLE (Los viajes sin fin, 1993) Juan Luis Panero, Poesía completa, Ed. Tusquets
Se mira en el espejo que ya no le refleja, todo, menos él, aparece en la fría superficie, la habitación, muebles y cuadros, la variable luz del día. Así aprende, con terror silencioso, a verse, no en los gestos teatrales aún rasgos humanos de la muerte, sino en los días de después, en el vacío de la nada. Inútil cerrar los ojos, estúpido romper el terco espejo, buscar otro más fiel o más amable. Es él sólo, el hombre invisible, el que desaparece, es sólo él, una huella borrada, que no contempla a nadie, porque es nadie, la nada en el cristal indiferente de la vida.
Ya hice mención al photoshop en una entrada anterior donde las cadenas y la moda tenían cierta equivalencia. Ahora, en estas fotos que presento, la tentación se me esfumó del todo en el intento. Me dije, quiero ver sólo árboles delante de mi casa. Adelante Sofía, aplica el photoshop. Pero, ay de mi exagerada ejecución, tanto difuminé a los bloques de pisos que al poco me cargo el paisaje. Sólo dejé niebla. Me dije en ese momento, no, yo no quiero ser en lo invisible, quiero ser alguien. Así que soplé y soplé. El viento restauró el excesivo silencio.
Me pasa por encima la quietud de este cuadro. Parcialidad otoñal en las hojas de los almeces. Juego de calles solitarias. La bicicleta con su inercia acumulada. La blancura de la persona que guía el cuadro. No interpreto nada más que la levedad de la obra. No hay crepúsculo ni inocencia. Sí favor de un agradable tiempo otoñal que nos seda a través de la pintura.
G. PERSIANI (1799-1869) Ines di Castro
«Cari giorni» Romanza de Inés
Cari giorni a me sereni d’innocenza e di virtù, foste brevi, siete spenti, né a brillar tornate più.
Nel dolor è scorsa intera la prim’ora dell’età, mia giornata innanzi sera nel dolor tramonterà.
Caros y serenos días de inocencia y de virtud, fuisteis breves, ahora habéis concluido y no volveréis a brillar nunca más.
En el dolor transcurrió el amanecer de mi vida, y mi viaje hacia el crepúsculo concluirá en el dolor.
Indican ante este mar las previsiones lluvia ladeada. No nos sorprendemos, pues. Mi previsión sería, la de ser deudora de la mínima parte de la costa y pertenecer al día que llega, haciendo de todo acopio, rumor ante todo, lluvia sin duda, pero, como ya dije, sin nada fijado, tan sólo fraguarme en el mar, como arquitectura imprevista.
ÁLEX SUSANNA
Naufragi
Plou, amor, sempre que véns, i trona i llampega premonitòriament com per avisar-me que rere teu s’hi amaga una delicada tempesta que pot fer estralls dins meu… Arribes espurnejant de pluja i caiem de nou l’un dins l’altre, fins a convertir-nos per uns moments en una sola onada de pell que envesteix furiosa la costa del desig… Renaixem després nous i pletòrics, i fixem llavors els nostres ulls en els perills del cos de l’altre, com per reconèixer els diferents esculls amb què hem anat topant al llarg del nostre periple…
El viatge de l’amor vol tanta embranzida com càlcul: si no, el plaer es deixata en oblit i res no pot sorprendre’ns perquè res no ha estat previst
Naufragio
Llueve, amor, siempre que vienes, truena y relampaguea premonitoriamente como para avisar que detrás de ti se oculta una tormenta delicada que puede hacerme estragos... Llegas deslumbrante de lluvia y de nuevo caemos el uno en el otro, y únicamente somos los dos por un momento ola de piel que rompe enfurecida sobre la costa del deseo.
Renacemos después pletóricos y nuevos, y fijamos entonces nuestros ojos en el cuerpo del otro y sus peligros como por comprobar los diferentes escollos que nos fuimos encontrando en nuestra singladura.
El viaje del amor precisa tanto impulso como cálculo: si no el placer se deshace en olvido y nada puede sorprendernos porque nada fue previsto.
Traducción: Luis García Montero y Jon Juaristi
O mundo era praia e ti na varanda sorrías ao pasar igual que nun soño
Bañamos nas ondas o noso desexo varado frente ao mar coa sede infinita do sal
Ven e saberás do meu querer Ven e lavarei as mágoas na maré Ven e lamberás o mel Ven sobre a maré Ven de vagar
As horas esvaran na néboa da alba e a auga baixa a man da túa presencia
Aínda seremos veleiros sen rumo amantes sen aneis golfiños que asoman do mar
Os faros sinalan os lindes da alma fiando sen parar nas redes do infindo
Resoan os sinos no espello dos ollos na liña da maré semella que estás a agardar
Ya sé que el pájaro que está posado en la chimenea no es un mirlo blanco. Cuervo más me parece. Cuervos como pájaros audaces y listos. Pero lo que no haré es criarlos, los ojos me son imprescindibles aunque ya quisiera yo su vista y su vuelo. Esta imagen está recogida desde la muralla de Lugo. Desde allí, los cuervos no sospechan sobre las intenciones perversas aunque, quién sabe. Eso sí, vayan andando por el campo y párense a 200 metros a observar un córvido: se les irá al instante. Lois Pereiro es/fue un magnífico poeta de Monforte de Lemos. Poesía seca, honda sin decorado y directa es la que nos entrega. No sé que parte tendría este poeta de mirlo blanco o de cuervo si le tratásemos de identificar con una de esas aves, cosa que no haré. Lo que sí diré es su gratísima emoción al haberlo descubierto y, cómo no, su vuelo bajo y certero. De su último libro extraigo este poema donde el amor y la muerte es preponderante en su temática, amor en todos los sentidos, amor reflexivo, amor pleno:
(Breve encontro)
Sobrevoabas un día o meu espacio aéreo rozándome coas plumas levemente e desaparecías cun rumor minguante como a visión dun soño fracasado.
xuño, 95
Lois Pereiro 'Poesía última de amor e enfermidade' 1992-1995 Ed. Positivas, Santiago de Compostela
(Breve encuentro)
Sobrevolabas un día mi espacio aéreo rozándome levemente con la plumas y desaparecías con un rumor menguante como la visión de un sueño fracasado.
Merlo branco que non voa quere mans para tocarte quere boca pra beixarte.
Merlo branco que non voa e mireite na auga crara mais eu vinte merlo branco
¿Alguien da más? Sí, sigo mirando al cielo, esa irrenunciable urbe de aire por donde la ciudad escapa de vez en cuando. Yo desde luego no trabajo en la última planta. Ni quiero. Antes planearía. Hostia, dije, pasa una por la Plaza de Castilla, por el túnel, y no ve nada y cuando decide andar por Bravo Murillo se topa con un antenario más propio de una guerra digital que de una necesidad comunicativa. Pero no nos lo creamos. Tanta era digital y tanta hostia: el mensaje clásico, el analógico, la carta están asegurados: siempre habrá una paloma dispuesta. Y que sea de amor el mensaje, que entonces el vuelo será de reactor. La fragancia del vuelo.
Mensajes que trae la paloma que a la ventana de mi corazón se asoma palabras de amor que devoran razón de toitas personas mensajes que trae la paloma.