domingo, 1 de marzo de 2009

Irrefutables





El reloj de arena (El hacedor) Jorge Luis Borges

(Extracto)

Por el ápice abierto el cono inverso
deja caer la cautelosa arena,
oro gradual que se desprende y llena
el cóncavo cristal de su universo.

Hay un agrado en observar la arcana
arena que resbala y que declina
y, a punto de caer, se arremolina
con una prisa que es del todo humana.

La arena de los ciclos es la misma
e infinita es la historia de la arena;
así, bajo tus dichas o tu pena,
la invulnerable eternidad se abisma.

No se detiene nunca la caída.
Yo me desangro, no el cristal. El rito
de decantar la arena es infinito
y con la arena se nos va la vida.


Alguien va a pensar en una duna, correcto. Pero alguien va a pensar en que se ha detenido el tiempo cerca del océano atlántico, en Corrubedo, cierto también. Pero la certeza que cobra más peso es la del viento y la del paso del tiempo como irrefutables. La vida se nos apetece sinuosa, alta y fértil y eso no es una deuda, es un hacer. Como la duna, que se apetece alta y sinuosa, y siempre espera.