jueves, 2 de abril de 2009

Imbricadas/ 2



Estamos ante un tejado mixto: teja y pizarra. Conviene saber la localización para llegar a donde quiero hacerlo. Es el único tejado de pizarra que hay en unos (muchos) kilómetros a la redonda. Al menos que yo haya visto. Pertenece a una borda (en vasco, casa de campo, de ganado). La razón de que esa borda tenga ese tejado es sencilla: la cercanía al alto de Legate (Lekaroz, Navarra) con escasas vetas de pizarra en su terreno temendamente arcilloso. Se tuvo disposición y cercanía y se remató la mitad del tejado con pizarra. Para mí de una estética conmovedora, de una razón obvia. Trabajar con lo que se ha tenido a mano en el campo ha sido el sustento y la intención que ha guiado muchos años de labor. Ahora podemos distorsionar un paisaje y desangrarlo sin piedad sin importarnos un carajo. ¿Que soy idealista? Sí, pasa algo. Integrarte donde vives es fundamental y por desgracia, ya, ni por asomo. Eso sí, desintegrar un paisaje, para que otros, lejos, lo incorporen al suyo, sí.
Pues eso, que prefiero estar imbricada.