miércoles, 15 de abril de 2009

Peep toes







Querido Manolotel que en silencio te hallas: estos son los pies reveladores. No son pies, son zapatos y zapatillas. Dices que somos como caminamos. Envido, Manolotel, somos como nos mantenemos quietos, ¿o no? Caminante, hay camino, quédate a mirar. Y me quedé. De las procesiones que vi no me interesó casi nada, todo dios con sus gafas de sol. Por dios, mi ley: los ojos dados al sol, enfrentados a las nubes, demoliéndose en la verdad. Cada vez creo más en la máscara que se oculta tras las gafas. Ray-ban por aquí, ray-ban por allá, rictus serios y cruz por garrota. Y de las mujeres, qué te cuento, modelitos y de via crucis. Cuando vi a la de los peep toes me dije: síguela, que destaca, esta procesión promete. Modelito a la última, tirabuzones de hora y media de peluquería. Fashion total, que sí. Y allí estaba, antes de entrar en la iglesia, entre la multitud, viendo a los pseudo-legionarios. Pero rescaté más zapatos entre las asistentes. Y zapatillas. Los zapatos de los hombres son anodinos, todos iguales. No destaqué ningún rostro, bueno el de la de los 'peep toes'. Quizá fuese obsesión mía frente a tanto calvario.