Ronsel, me llamaste. Ronsel, te llamé. Volvía a conectar de nuevo su día el cielo, fiable, finalmente despejado, para seguirnos alojando en astillas iluminadas, perfecto, gigante la boca azul, danza amarrada a la transparencia del aire, todo útil, Ronsel, me llamaste, te llamé igual, mismos nuestros nombres, zas, troceaste la dirección, pertinaz desvío quitándote, elevándote, patinándome en la voz, queriéndote llamar, acudiéndote y tu lejos, voraz vuelo, secundando los posibles rayos de la capacidad tormentosa de la lluvia que había de venir, Ronsel, me llamaste, Ronsel, te llamé, porque era oportuno, aunque fuese, quedarse sin voz, Ronsel.
¿Sabéis? Hace algunas entradas os hable de la ópera Siberia, de Umberto Giordano. De la ópera que hoy os voy a hablar hay algo en común: Luigi Illica. Este autor escribió los libretos de Siberia y de Iris, la ópera que abordaré hoy. Pietro Mascagni es en este caso el compositor. La acción de la ópera se desarrolla en Japón.
Cuando estuve frente a este inmenso nido situado casi a ras del suelo me acordé de la ópera IRIS. Pensé que alguien habría dentro del nido y que la cigüeña era una marioneta. Iris, la niña de El Ciego, va a ser seducida y raptada entre Osaka y Kyoto utilizando un teatro de marionetas. Osaka está terriblemente enamorado de la niña Iris. Será un rapto, será una atención sublime hacia la niña cuando esté raptada. Su padre, ciego, no será nadie a partir del rapto.
Astutamente, en el teatro de marionetas, Kioto y Osaka, provocan a Iris con la belleza de unas muñecas y unas Gheisas. Iris, recelosa hasta ese momento, dice que su muñeca es la más bella de todo el contorno. Es raptada, aunque no lo parezca. En el amor que le profesa Osaka todo son atenciones y agasajos. Su padre sufre muchísimo.
Pero aunque sea tratada con primor ella recuerda su pasado. Su padre logra encontrarla y, lejos de tratar de acercarse con mimo, la increpa. Ella acabará suicidandose desde un precipicio.
Supe yo que la cigüeña marioneta era más cigüeña ave por cómo me increpaba y por su iris torturado por mi presencia. Ella echó a volar.
A quién le interese el libreto completo o parte que pinche el enlace: IRIS.
Iris (ricordando con accento di terror)
Un dì (ero piccina), Al tempio vidi un bonzo A un paravento tutto fatto a simboli, Sciorinare il velame d'un mistero... Era una plaga D'un gran mare morto Color del bronzo ; E v'era un cielo Rosso sì come sangue, D'un rosso livido ; E una gran spiaggia, Una gran spiaggia morta Di grigio e nero... Una fanciulla giacèavi adagiata, Scarne le membra, Sparsi i capelli E nella bocca un riso Ch'era uno spasimo... Su dal mar morto Una gran piovra intanto Il capo ergeva... E la fanciulla col grande Occhio falcato fuor guatava ; Questa, domata a quel terror di sguardo, Tutta affisava ! Su dal mar morto I viscidi tentacoli Moveva il mostro, e per le gambe, Pei reni e per le spalle, Poi per le chiome E il fronte e gli occhi E il petto esile ansante, E per le braccia La stringe e allaccia ! La stringe e allaccia in viso ! Essa sorride ognor ! Essa sorride e muor Con un estremo spasimo Che par un riso... essa sorride E muor, e muor ! E il bonzo a voce forte : "Quella piovra è il Piacere... Quella piovra è la Morte !"
(Iris si lascia cadere ai piedi del giovane, piangendo e rimanendo accasciata dalla paura e dal dolore.)
Deh, ch'io torni a mio padre ! -------------------------------------------------------------------
IRIS (recordando y con acento de terror) Un día, era pequeña, en el templo vi un bonzo tras un biombo todo lleno de símbolos, que me desveló el contenido de un misterio... Era un lugar en un gran mar muerto color del bronce; y había un cielo rojo como la sangre, de un rojo lívido; y una gran playa, una gran playa muerta gris y negra... Una muchacha allí yacía, recostada, delgados sus miembros, despeinados sus cabellos y en la boca una risa que era como un espasmo... Sobre el mar muerto un gran pulpo entretanto sacaba la cabeza... Y la muchacha por el gran ojo fijamente era observada; ella, entregada a la terrible mirada, ¡fijamente miraba! Sobre el mar muerto los viscosos tentáculos movía el monstruo, y por las piernas, por los riñones y la espalda, después por los cabellos y la frente y los ojos y el pecho delgado y jadeante, y por los brazos, ¡la oprime y enlaza! ¡La oprime y enlaza mirándola! ¡Y ella sigue riendo! Ella ríe y muere con un extremo espasmo que parece una risa... ella ríe y muere, ¡y muere! Y dice el bonzo con fuerte voz: "¡Ese pulpo es el Placer... Ese pulpo es la Muerte!"
(Iris se deja caer a los pies del joven, llorando y permaneciendo abatida por el miedo y el dolor.)
El suceso ocurrió frente a mi casa. El suceso: Aquí. El suceso: o Aquí.
Esto no es ni periodismo de altura ni desde un quinto piso. Es lo que capté desde mi casa. Las fotografías que faltan os las podéis imaginar. La funeraria se fue y ella salió detenida. La muerte siempre es una ejecución innecesaria. Siempre, si viene, que venga sola, sin perturbar.
DIRÉ CÓMO NACISTEIS(Luis Cernuda, La realidad y el deseo)
Placeres prohibidos, planetas terrenales, Miembros de mármol con sabor de estío, Jugo de esponjas abandonadas por el mar, Flores de hierro, resonantes como el pecho de un hombre.
Nací entre tiestos. No tantos y tan bulliciosos como los de Iznatoraf, pueblo de Jaen. Es por lo que veo un tiesto triste, con flores de plástico, y se me bajan los pétalos y la corola. Quiero tiestos, luz, rabia. Placeres prohibidos, ¿por qué no? Quiero entrar en el tango de una flor. Quiero un mar alveolado.
Algo inmediato se presenta. Lo captas y luego crece en ti. Esto es lo que digo como presentación en el frontispicio del cuaderno. Y algo más que pienso: Crecer en la madurez del instante. ¿Algo obvio? Ese liquen, por ejemplo. Siempre he estado tentada en levantarlo desde que lo fotografié. No ha hecho ese instante sino crecer en mí, parecerme más bello cada día. Quizá el liquen crezca y proyecte más sombra.
Medimos nuestra vida mirando al calendario. Números del 1 al 31. Enero a diciembre. Pero en ese intervalo se suceden los instantes, esos fascinantes duendes que hacen de la memoria un surtidor necesario y vital. Todos estos líquenes son proyecciones de vida singular propiciados por un ambiente adecuado. Ya dediqué una entrada entrañable a Xuanrata llena de moscas. Ahora me apetece dedicar a este asturiano de Candás estos instantes míos para que añada a los suyos y le sirvan, por qué no, de buena añada. Su cuaderno muchos ya lo conocen, pero para quien no lo conozca diré que esta lleno de buena literatura. Xuan ve algo y nos lo muestra como un auténtico filón de palabras irónicas, divertidas. Pásense por él: Calendario de instantes. Mi enhorabuena y un liquen rojo.
Llonxana
Llan de Cubel
Que ya nun podemos tar oyendo la mesma agua del rullar de cada día: vasenos en sin palabra, tuya y mía, cada instante como paxaru qu'esnala en sin un cantar d'azul nome olvides, en sin nada.
Y es p'mi os oyos tan tuyos amante llume llonxana: fueu de besar perselino y señar da que me llama.
Que se ya un netu gociar los sabores de mazana... Que l'amor de l'alta nueche tien la mas dulce alborada. Que ya nun podemos tar, y que puede la distancia mas que los suaños de dos suañando la mesma agua.
Paula Sevillano Ercilla es la autora de este óleo titulado 'Rostro subsumido'. Ella es una amiga vallisoletana que está en la línea de Miquel Barceló. Observa mucho los lugares, los colores. A veces me habla del verbo de las piedras, de los terrones. La entiendo perfectamente. Parte de la base de estar perfectamente incrustada en el medio para conseguir arrancar su alma y traspasarla a la tela. En este caso me emocionaron todos esos colores ocres que imprimió al paisaje y, sobre todo, la transmisión de un mensaje claro: el hombre está dentro de la tierra. Pertenece el hombre a la tierra y no su viceversa, es decir, que la tierra pertenece al hombre. Así pues, esta es la foto del cuadro que enviaré a Inés.
De todas formas ya lo ha dejado claro: comparte la fotografía con todos vosotros. Del cuadro hará una mirada libre y una extensión amorosa.
Una vulgar huella de coche que propicia un hueco de barro y agua hacen posible esas formaciones tan rectilíneas propuestas como reto en la anterior entrada en la que Inés dio en el clavo de la huella. Lo que no se imaginó, supongo, es que la huella fuese de coche.
Al final sucede el deshielo. Si no se avasalla la huella inicial probablemente las extrañas y rectilíneas formaciones se vuelvan a suceder. Así de fácil sucede con el agua, el hielo y la tierra. Es como si la tierra le cantara al hielo esa canción que medio habla el genial Bola de Nieve, que de helado no tenía nada. Al final hielo, agua y tierra es un uno perfecto.
El regalo propuesto será un cuadro de una amiga. Pondré una foto de dicho cuadro. Inés es la afortunada.
Bola de Nieve
Tú no sospechas (Letra de Marta Valdés, 1958)
Tú no sospechas cuando me estás mirando las emociones que se van desatando.
Te juro que a veces me asusto de ver que te has ido adueñando de mí y que ya yo no puedo frenar el deseo de estar junto a ti.
Tú no sospechas estas furias inmensas que me dominan cada vez que te acercas, y aunque no ha habido intención en ti de provocar lo que siento, te vas a enterar de una vez de que ya te quiero.
Decir 'tu cintura, enemiga de la nieve' es hablar por lo alto, por los cuatro costados en un poema, considerado por mí, como uno de los mejores poemas de amor que se hayan escrito. Por éso, y por nada más, contentaros con adivinar la lógica de las imágenes que ahí ven. Habrá premio, de veras, para quien lo adivine. Hay una pista, no vale decir hielo, porque, efectivamente, hielo hay, pero quiero que indaguéis. Quien posea una cintura como la del poema lo habrá resuelto, seguro. Abrigaros.
Gacela del amor imprevisto (F.G.Lorca)
Nadie comprendía el perfume de la oscura magnolia de tu vientre. Nadie sabía que martirizabas un colibrí de amor entre los dientes.
Mil caballitos persas se dormían en la plaza con luna de tu frente, mientras que yo enlazaba cuatro noches tu cintura, enemiga de la nieve.
Entre yeso y jazmines, tu mirada era un pálido ramo de simientes. Yo busqué, para darte, por mi pecho las letras de marfil que dicen siempre.
Siempre, siempre: jardín de mi agonía, tu cuerpo fugitivo para siempre, la sangre de tus venas en mi boca, tu boca ya sin luz para mi muerte.
Os puedo asegurar que cuando os propuse la escucha de Camané en la anterior entrada el servidor me aleteó una cuña espantosa del Red Bull y que si te daba alas y qué sé yo. De ahí la advertencia. Pude y puedo comprobar que a quien dio por entero las alas fue a mí sola. Pero os aseguro que aún Naide me ha reprochado el vuelo. Es más, me acerco más a otros vuelos más que al propio reposo. A estas garcillas, sin ir más lejos, pegadas literalmente a la autovía de Valencia todos los días.
Y mira que tienen el río Manzanares a menos de trescientos metros. Pero ellas allí, tan quedas, tan poco asustadizas. Hasta que te acercas a ellas. Entonces una sábana blanca se desenfunda.
Y la duda ornitológica (si hay alguien que le priva más la duda ontológica que lo haga) a que llego es si las garcillas están ahí para que la curiosidad de quien las mire desde otro ángulo distinto al de la carretera se convierta en inevitable publicidad o porque ellas ya están en periodo de conversión consumista. Sigue la duda. No el vuelo.
¿De qué está exento el vuelo? Lo apalabramos en la tierra, lo parimos sin cavilar la altura. El vuelo, la gesta apetente, el surco a mencionar desde el cielo. De rozarte, de éso está exento.
Si yo dijese adiós, sé que un sistema paulatino de señales me rescataría, pero no al gesto inicial donde contuve a partes iguales emoción y ritmo, tampoco a un gesto adulterado de función reconciliadora, por si hubo equívocos considerados bajo la voz de alguien o, simplemente por mí misma, y sí al gesto de estar configurada al recuerdo y que, al rastrearlo, alzar una sóla figura, cosa o persona, fuese la mansedumbre de la voz la que se alzase sin la discapacidad clara del rencor.
(La posibilidad de escuchar música así, de gratis, tenía que tener un precio un día. Soportad el Red Bull, al menos os dará alas frente a las cadenas.)
Maria II
Camané Composição: Antero de Quental
Nova luz, que me rasga dentro d´alma, Dum desejo melhor me veste a vida... Outra fada celeste agora leva Minha débil ventura adormecida.
Não sei que novos horizontes vejo... Que pura e grande luz inunda a esfera... Quem, nuvens deste inverno, nesse espaço, Em flores vos mudou de primavera?!
Se as noites nos enviam mais segredos, Ao sacudir seus vaporosos mantos, Se desprendem do seio mais suspiros... É que dizem teu nome nos seus cantos.
Nem eu sei se houve amor até este dia... Nem eu sei se dormi até esta hora... Mas, quando me roçou o teu vestido, Abri o meu olhar - acordo agora!
Nada de nada, no. En una pequeñísima charca como ésta el color de las ovas aventaja al agua. La desnudez de toda la materia muerta nos indica una cosa muy cierta: que la esclerosis no entra en los planes del día a día de la naturaleza. Es más, podemos ver lo que no hay: nada de música, silencio (siempre roturado por verdecillos. Y también podemos ver lo que hay: un hermoso arco con el que creernos contrabandistas (o contrabajistas) de la mirada. Algo de algo, sí.
”La contemplación activa de la naturaleza conlleva no sólo una aproximación al conocimiento de la misma, sino también un estímulo para el entendimiento de la condición humana, de sus accidentes y remansos, de sus luces y sombras, de todo ese ilimitado y enigmático paisaje que conforma el universo interior de cada uno.” Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900).
Bajo el título 'Terre de personne', el francés Pierre Gonnord, nos convoca a una interesante exposición sobre sus miradas hacia la tierra y a sus personas. En cuanto a la fotografía probablemente cierre la boca por la extraordinaria presentación: formato mayor al real en las personas y nitidez asombrosa (todas las personas tenían reflejada una misma ventana en su iris.) La elección de las personas responde a una particularidad en el rostro, algún defecto/exceso, alguna carencia, algún signo de agotamiento. Hasta mi hijo el mayor dijo que parecían como reales. La única pega que yo acuso a estos fotógrafos es que el concepto estético de la fotografía rebasa a la propia vida real del elemento fotografiado. Vamos, que sí, que muy bellas pero que a mí no me transmiten demasiada vida las personas allí expuestas. Nietzsche en la cita expuesta y que da inicio a la exposición habla de esa conformación del paisaje interior de cada uno ante la contemplación activa de la naturaleza. Pues yo no me conformo con esas fotos tan perfectas y sí me conformaron (cuidado con el verbo conformar/se) un irritante paisaje individuos como el de la foto de abajo, perteneciente a la casta de los parias, hombres sin dignidad, tirados del mundo allí, en la India, en Sri Lanka. Y no te pares a pensar si es justo o injusto en el momento: la vida tiene un poder de arrastre muy superior a tu estornudo de rabia. Veo a ese hombre donde su vegetación pectoral se confunde con los secos pelos de las lineas laterales. Y a pesar de todo, este señor sonreía.
Quien pueda, que vea esa exposición, concluye el 28 de febrero. Otra cosa es que muestre su conformidad.