EL HOMBRE INVISIBLE (Los viajes sin fin, 1993)
Juan Luis Panero, Poesía completa, Ed. Tusquets
Se mira en el espejo que ya no le refleja,
todo, menos él, aparece en la fría superficie,
la habitación, muebles y cuadros, la variable luz del día.
Así aprende, con terror silencioso, a verse,
no en los gestos teatrales aún rasgos humanos de la muerte,
sino en los días de después, en el vacío de la nada.
Inútil cerrar los ojos, estúpido romper el terco espejo,
buscar otro más fiel o más amable.
Es él sólo, el hombre invisible, el que desaparece,
es sólo él, una huella borrada,
que no contempla a nadie, porque es nadie,
la nada en el cristal indiferente de la vida.
Ya hice mención al photoshop en una entrada anterior donde las cadenas
y la moda tenían cierta equivalencia. Ahora, en estas fotos que presento, la tentación se me esfumó del todo en el intento. Me dije, quiero ver sólo árboles delante de mi casa. Adelante Sofía, aplica el photoshop. Pero, ay de mi exagerada ejecución, tanto difuminé a los bloques de pisos que al poco me cargo el paisaje. Sólo dejé niebla. Me dije en ese momento, no, yo no quiero ser en lo invisible, quiero ser alguien. Así que soplé y soplé. El viento restauró el excesivo silencio.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
11 comentarios:
¿Por qué la realidad es tan terca?
¿O es terco el corazón que se empeña en no aceptar que la vida construye bloques ante nuestros ojos?
Sensatez, cordura? bueno, nada como ser uno mismo con seguridad en si mismo, ante todo, seguridad inculcada desde los inicios porque si no... adios!!!
Biquiños
La niebla nos deja a solas con la presencia sola de los árboles, borra todo lo accesorio. Tal vez por eso la amamos y la tememos a partes iguales, porque no sabemos que hará la niebla de nosotros.
Photoshop 3. Aplicas un desenfoque gausiano de luna nueva y toda la imagen queda oculta a cualquier clase de crítica.
• besos
____________________________
•CR & LMA•
Pues te ha quedado majestuoso. Yo hubiera apostado por que la última foto estaba tomada con la neblina del amanecer cubriendo el paisaje.
El poema del menos reconocido de los Panero difuminándose, permite imaginarlo en esa niebla del tiempo que pudre los espejos.
Como contraste la música luminosa y electrica de Carlos Piñana nos devuelve a la nítida realidad de la primera foto.
Todo un ejercicio de equilibrio (y ya sabes que de eso entiendo mucho :-) )
Un besote amiga Sofía.
Amando, antes eran los materiales que se tenían alrededor los que se usaban para las construcciones. Todo quedaba perfectamente ensamblado en el medio. Ahora creo que los razonables son los burros y los tercos los humanos. Aún así, reconozco que mi corazón se ensancha más en una casa de adobe que en un bloque de pisos. ¡Y vivo en uno! Contradictoria que es la vida.
Saludos.
Merce: me temo que en la balanza predomina más la idiotez y la locura. Y no es que crea que tengo razón, es que la creo. Nada más que darse vuelta por cualquier rincón del país y ver la de auténticas ruinas que fueron verdaderas construcciones y ahí están, muertas de risa, abandonadas. Y mientras, ya sabes, ladrillos por aquí, ladrillos por allá, y que luego venga Mecano y nos cante lo de las sombras.
Bicos.
Xuan Rata: un paisaje absolutamente degradado se queda hasta en paisaje con la niebla. Quizá lo que más ame de la niebla es su capacidad para mantenerme en vilo y desvelarme en su ausencia. Hoy, en mi pueblo, la gente mayor decía: se está metiendo la niebla. En los pueblos la niebla es muy distinta a la de la ciudad.
Algial: no te preocupes, prepararé un photoshop 3 para ver si con tu nueva aportación nos vinculas con la física. Las matemáticas estadísticas ya las has tocado con la campana de Gaus. (¡Válgame dios!)
Querido Manolotel: la serie es como tu apuestas: amaneció en niebla y fué disipándose hasta la nitidez de la primera foto expuesta.
De tu equilibrio no tengo duda y de que hilas fino tampoco. Ahora, de que tienes un poco de alma gamberrrra no me cabe la menor duda.
Juan Luis Panero es un poeta al que admiro mucho. Aprecio mucho su desencanto. Ya ves.
Besos.
Duro retrato el de ese hombre invisible, una huella borrada,la nada en el cristal indiferente de la nada (a tragar saliva)
Sin embargo, Manchega, a veces un poco de invisibilidad viene bien. Demasiada luz nos hace ver un exceso de cementada y cimentada realidad. Me gusta la niebla y esos árboles que se desdibujan. En ese paisaje hay más espacio para la sugerencia y para el fluir de la voz del viento.
No soples en exceso!
Publicar un comentario