jueves, 13 de agosto de 2009

Inquieta



Hallar una libélula a nivel de mar y en la playa me resultó raro.
Asombro. Siempre las vi junto a los ríos, o zonas de aguas pantanosas o estancadas.
Hice lo que pude, entre tanta gente. Su nerviosismo la hacía volar y posarse.
Gracias a ese objeto brillante la pude localizar. Os puedo asegurar que no fue fácil.
Repito, no fue fácil e hice lo que pude.
Pero entendí su mensaje:

Me es libélula.
Ella me es lazada, alas mantenidas
de aire que nunca frunce el ceño.
No necesita que yo la alabe, leve,
sin doblar sus alas, me acaricia.
Son escasos los segundos en que me viene.
Y aun así, me es libélula,
me es alcance, me refugia
los ojos un instante justo.
Hablaría de ella, y lo hago
cuando ya estoy lejos, y lo merece
por ser de ella inquieto el susurro.
Decir que me es libélula, es decir
de lo dentro que inquieta.



Os dejo ahora con un tema hermoso de un Audiolibro de Juan Carlos Mestre titulado 'Lección de Geografía' de su obra 'Antífona de otoño en el valle del Bierzo' junto con un poema suyo titulado 'Libélula'. Lirismo exuberante y gozo de ese tiempo medido con las costuras de la tierra bien llevada a fondo. Seguid disfrutando, amig@s.




Libélula

Juan Carlos Mestre

Yo tenía una libélula en el corazón como otros tienen una patria
a la que adulan con la semilla de los ojos. Verdaderamente
las especies de la verdad son cosas difíciles de creer,
extraños seres petrificados en la ternura como benignos nódulos
en la perfección de los huesos. En aquel tiempo
yo tenía el sueño de una libélula entre los juncos del corazón.

Cansadas como paraguas cerrados recogía las maderas auditivas
de un mar inexistente y con ellas construía algo parecido a una casa.

En aquellos días algo parecido a una casa eran las conversaciones,
palabras relacionadas con la pestaña premonitoria, gatos en los cerezos.

Yo desconocía los vínculos y toda oscuridad era para mí un obsequio,
un rumor de la eternidad que se prestaba como cuerpo desnudo a mi mano.

No era la boca del amor la que respiraba ese óxido, sino la imaginación
del amor como un sastre con pantalones verdes el día de la felicidad.

Verdaderamente las especies de la verdad son cosas difíciles de creer,
la ilusión del hombre es una luz que llega desde lo desconocido
mas no es él el dueño de esa invención sino el ruido de un rumor prestado,
la cámara del que guarda su placer en ella.

Yo tenía la costura de una libélula en el corazón
pero las hojas cerebrales hacían crecer mis manos hacia dentro
en busca de una palanca con la que desalojar la piedra del miedo.

Sin esfuerzo comencé a llorar al revés, a confundir los sentidos
que guían la gota gramática hacia una lengua extranjera.

Antes que me tomaran por un extraño ya que yo no era el dueño de esa invención
me alejé del optimismo de ser entendido por más de dos
y comencé a oír mis propias palabras como martillazos retumbando en un espacio vacío.

Era como si el tiempo hubiera dejado de durar,
era como si todas las obras imaginadas por un ciego se derritiesen al tacto,
como si la langosta hubiera descendido sobre los campos del espíritu.

Yo solo tenía una libélula en el corazón como otros son hermanos del vértigo
y llevan la aorta de las constelaciones acogida en sus sienes.

Está bien, las especies de la verdad son cosas difíciles de creer,
es probable que la invisibilidad y estos hechos
solo guarden relación con una libélula.

13 comentarios:

ybris dijo...

No es fácil ver libélulas en las playas. Y menos conseguir fotografiarlas.
Mereció la pena el esfuerzo por lo mucho que su imagen te ha dicho -o te ha recordado- en poemas.
A mí siempre me sedujo el equilibrio de su vuelo cuando queda detenido.
Y que, además, es el origen de su nombre en diminutivo (de libra, balanza).

Besos.

Shandy dijo...

Toda la entrada es tan leve y acariciante como las alas de una libélula. La hermosa descripción de tu poema, la voz y la bella metáfora de los versos de Juan Carlos Mestre: Agunos tienen el sueño de una libélula entre los juncos del corazón porque la ilusión del hombre es una luz que llega desde lo desconocido. Pero tal vez pocos puedan entender lo que no es visible a los ojos.

Desde lejos, pero cerca: Un beso, manchega. He disfrutado mucho con esta entrada tuya.

manolotel dijo...

Coincido, querida amiga Sofía, en el comentario de Shandy: Todo el post es una maravilla.

Lo es, por la sugerencia de la foto: La libelula perdida, lejos de su habitat natural y de su tiempo. Posada (tal vez cansada; tal vez a punto de morir) sobre la anilla metálica del cierre de una cerveza; metal sobre metal; éste biológico sobre aquel mecánico. La arena caliente de la playa como un volcán sin sitio para el... libeluzaje.

A ese extraordinario helicóptero viviente, nosotros le llamábamos "zapatero". Poníamos palitos en los charcos primaverales para que se posasen sobre ellos y así las cazábamos. A ver quien cogía más. Era un aprendizaje, supongo, incruento de la vida pues, luego, las soltábamos o... también podría ser una pulsión atávica en el cerebro niño... no lo sé.

Me ha gustado mucho el lenguaje de los versos de Juan Carlos Mestre (en los dos poemas). Algo así de leve, inconsistente, etéreo como una pluma al viento que no dice nada pero lo escribe todo, algo así es lo que pretendo encontrar en mis últimos intentos literarios. Tengo que decir: frustrantes, fracasados. Tal vez uno escribe como puede, como le sale de las entrañas, o le enseñaron las lecturas vivídas. Seguiré intentándolo. Necesitaría quizás de todas esas palabras que de vez en cuando me prestas, o, me encuentro en el revuelto arcón de la memoria.

Y sin embargo tú, en el bello poema que has creado, emites un reflejo poderoso de aquello que pretendo inútilmente. Muy hermoso y leve como una pompa de jabón sobre la mar, mi estimada poeta de la cámara (y, en esta ocasión, también del aire y de las alas).

Yo diría a riesgo de parecer "pelota" que incluso los comentarios precedentes son concretos y jugosos; explicativos, acordes con el contenido y la intención y breves, como lo pide el tiempo climático (y no pesado como éste mío, aunque, espero, no demasiado pedante y caluroso).

Todo un post ligero y fresco para consumir en estos días de Agosto.

Enhorabuena. Besazo

virgi dijo...

Frágil la libélula y delicados los granos de arena donde se posa.
El poema muy hermoso, un beso transparente te lleva el aire.

XuanRata dijo...

Cada vez que veo una libélula me siento un poco extraterrestre, un poco recién llegado, y algo torpe, tal vez como se siente la líbélula en la playa, mareada de olor a bronceadores. Suerte que nosotros tenemos las palabras (tus palabras) para guiarnos en este planeta extraño.

Besos.

Merce dijo...

Frágiles, delicadas, esbeltas, me recuerdan parte de una niñez en la que algunas tardes de verano junto a un refrescante regato al lado de mis primas mayores me quedaba entretenida viendo como alguna libelula revoloteaba de cuando en vez jugando entre nosotras esquivando cañas y mojandose de vez en cuando en aquella fresquisima agua...

Me dá pena verla con la arena de fondo, me hubiera gustado mas verla en un estanque rodeado de flores, juncos...

Batibiquiños :)

Ventana indiscreta dijo...

Ybris:

Te puedo asegurar que en mi aborrecimiento a las playas ésta, bastante tranquila por cierto, resulta amorosa por sus fuentes/arroyos al pie de las mismas. Arroyos sinceros, de puras entrañas. Arroyos limpios que trataron de canalizar, según me contaron, antes del 36. Ahí queda su canalización y su agua a raudales sin aprovechar. Hablamos de la playa de las fuentes, en Alcoceber, Castellón. Y sí, la libélula apereció así, como el que no quiere la cosa, sin haber nada pantanoso por allí. Hasta pensé que vino para verme. Intenté alguna foto más: vano intento.

Besos.

Ventana indiscreta dijo...

Shandy:

'Yo tenía la costura de una libélula en el corazón'

Vaya verso más intenso, ¿eh, Shandy? No vemos esa costura, ¿o sí?, mejor dicho, la sentimos, nos evoca. Parecerá una contradicción pero decir que lo que no es visible a los ojos irradia con fuerza es decir ya casi todo. Luego está la capacidad para entender y su comprensión. Creo que en este punto tenemos bastante sintonía.

Besos, gallega. Envidio vuestro clima.

Ventana indiscreta dijo...

Manolotel:

Arcón es una palabra que tengo calzada en la memoria y en la realidad de uno de los cuartos de la antigua casa de mis padres. Allí aún hay mucha naftalina y mantas. No puedo evitar el amodorrar la mirada cada vez que mi madre lo abre. ¡Y vaya con tu surtido, nutrido comentario!, sabes que te estimo y que me alunizas verbalmente, hoy ha sido un libeluzaje. Seguramente nunca te diría que me alucinas, alucinar me parece excesivo. Me gustan expresiones más inquietas y con más calma a la vez. No pienso demasiado lo que escribo pero sí reconozco cuando, a modo de puzzle, lo que escribo me coincide con la sensación. Y últimamente, en ese aspecto, no estoy encallada.

Un besazo y espera la velada propuesta de la próxima entrada (palabra y verso/poema de regalo).

Ventana indiscreta dijo...

Virgi:

No sé si frágil, pero delicada también eres tu un rato con tus relatos libelulizados. Los aprecio y mucho.

Recojo esos besos y te los retorno reposados.

Ventana indiscreta dijo...

XuanRata:

Y tus palabras. No olvides que son tan traviesas como hermosas. Escribes como un niño paciente y revoltoso, mirando siempre el envés de las cosas. Y éso hay que apreciarlo.

Besos leves.

Ventana indiscreta dijo...

Merce:

'Esquivando cañas'

Así siento yo también a las libélulas, en su tracción sutil sobre el aire.

Espero que hayas disfrutado mucho de ese lugar que tanto me gusta.

Libelubiquiños (que descanse la mariposa/batiposa).

Anónimo dijo...

tienes más poemas del Juan Carlos Mestre? Me encanta. Lucía