domingo, 7 de febrero de 2016

Lustre

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Hay perros con suerte. Vivir cerca de un mercado como el de la Ribera, en Lisboa, hace que  el sustento se convierta en gourmet. Quien haya visitado dicho mercado comprobó que la comida allí no es baladí, que el entorno es acogedor, que las verdulerías ya quedaron arrinconadas, que todo es buen gusto. Pero reconozco que los mercados que a mí me gustan no son los reconvertidos en restaurantes. Mercados de olor y sabor llamo yo a los míos, a los de delantal. Pero digan a ese perro y a su lengua qué tipo de mercado prefiere. A juzgar por el lustre...

2 comentarios:

Porverita dijo...

Mis mercados también son los del color, con olor. Salud

XuanRata dijo...

Siempre empiezo la visita de una ciudad por el mercado (por los de verdad, si aun queda alguno): es el corazón del lugar, donde está su pulso. Todo lo demás, el resto de las calles y plazas, son ramificaciones suyas. Con el mercado y alguna terraza que nos acoja, está casi todo visto. A partir de ahí ya podemos perder el rumbo sin sentimiento de culpa.
Sobre los gustos de los perros no me atrevo a emitir juicio: supongo que la comida del mercado menos vigilado será siempre la más sabrosa.