martes, 31 de enero de 2012

Fénix

¿Y quién no posee un fuego, una muerte,
un miedo, algo horrible,
aunque fuere con plumas
aunque fuere con sonrisas?


De su poema EXILIO, de Alejandra Pizarnik







Dead end, de Leo Kottke de su disco Standing In My Shoes

17 comentarios:

manolotel dijo...

Los versos de A. Pizarnik, incendiarios desde luego. A la vista está. Y la cámara oscura lo adivinó (que a lo mejor no era tan dificil). La música de Leo Kottke si parece tener alguna influencia de la Danza del fuego. Muy conjuntado todo.

Y se me había quedado atrás el trueque y sus comentarios. ¡Que explosión de sinceridades! Un poco pesimista creo. Tuve una amiga argentina durante la época del "corralito" (algo parecido está pasando "ya" en Grecia) y allí el trueque era una cosa bastante corriente y solucionó muchas situaciones familiares difíciles.

Ventana indiscreta dijo...

Todo el poema de A. Pizarnik, además de bellísimo, es autoincendiario. De los de cuchillo afilado, como diría un amigo mío.

Y estos dos versos siguientes son los que más me inquietan:

Siniestro delirio amar a una sombra.
La sombra no muere.


En una cámara oscura, real, no la fotográfica, no existen las sombras, pero sí puede que la locura.

Sabes, Manolotel que, sin haber estudiado moda, me gusta vestir bien a mis entradas.

Un besote.

Inés González dijo...

Sos grande Sofía! qué duda cabe? Esta secuencia está bordada, la Pizarnik te sonríe desde la tumba, ella tan consumida por los amores incendiarios y subversivos y vos con semejante homenaje.
Besos

XuanRata dijo...

Vaya, resulta que es el fuego lo que renace de sus cenizas, y no el ave, aunque también las cenizas vuelan y tal vez es ahí donde el ave renace.

Ventana indiscreta dijo...

Inés, siempre me inquietó el 'sos' argentino por el 'eres' castellano. ¿Y por qué? SOS. No sé si lo que hace falta es más fuego o más agua. Los finales son principios, los principios son finales: acudir a la vida, sencillamente.

Un beso.

Ventana indiscreta dijo...

Muy hábil, Xuan, has dado con el quiz invertido. Todos los Fénix han sido un prodigio del fuego.

Carmen dijo...

atraída me siento por este universo de texturas y ramas e intrigada me tienes todo el día con el nacimiento de este fuego

con lo que me gusta a mí una candela Sofía hay momentos en los que vendería mi alma al diablo por calentarme con su fuego

Y para la última secuencia fotografíca estos versos...

"Y mi amor
sólo abraza a lo que fluye
como lava del infierno"

Ventana indiscreta dijo...

Cuidado con los cardos, aunque tengan magníficas texturas. El nacimiento del fuego muchas veces es como la magia, sabes que está ahí, pero lo que no sabes es dónde está el truco. El truco nunca es la mentira; sencillamente es el truco, bueno o malo.

Continuar el poema de Alejandra, sentirlo.

Candela es una palabra que me gusta mucho, muy andaluza, muy cordobesa. La primera vez que la oí fue en Fuenteheridos, Huelva.

Un beso.

JosepMª dijo...

Fuego.
Para bien.
O para mal.
Como en todo lo humano:
Cuestión de dosis.

Tomás Rivero dijo...

Yo la palabra candela la oí la primera vez cuando tenía tres años, y la pronunció mi abuela mientras me zurraba la badana.

Y la palabra amor(sin ir más lejos) se la oí una noche a la luna llena cuando eché los visillos de una ventana que daba a un lupanar.

Besos, entrañable.

Me gustan más tus fotos que el poema de la Pizarnik. Pero es que Alejandra y yo tenemos un debate pendiente, y es que no se puede escribir poesía con la soga al cuello durante todo el trayecto: el final se sabe de antemano. Y si no que le pregunten a Julio Córtazar.

Ventana indiscreta dijo...

Todas las sustancias son venenos; no existe ninguna que no lo sea. La dosis diferencia a un veneno de una medicina. (Von der Besucht, Paracelso, 1567).

He visto nacer zarzas nuevas con gran vigor después de quemados sus orígenes. Amo a las zarzas, Josep. Es una de mis plantas preferidas (y respetadas).

Sobre el fuego es mejor no tomar dosis muy altas. Una llama como la de la foto no produce ascuas. Pero ya sabes, Josep, siempre nos quedará la lluvia, el viento: Alejandra lo dice en su MADRUGADA:

Desnudo soñando una noche solar.
He yacido días animales.
El viento y la lluvia me borraron
como a un fuego, como a un poema
escrito en un muro.

Ventana indiscreta dijo...

Hay un autor, Tomás, que se llama Hernán Rivera Letelier, que escribe historias magníficas sobre la gente vital (y derrotada) de las salitreras que hay en el lugar más seco del mundo: el desierto de Atacama. En una de sus novelas, BELLO SANDALIO es el trompetista de los lupanares y está perdidamente enamorada de GOLONDRINA DEL ROSARIO. MErece mucho la pena este autor, mucho. Tanto que es uno de mis preferidos.
Dos buenos títulos suyos:

Fatamorgana de amor con banda de música.

La reina Isabel cantaba rancheras.

Para que luego digas que el universo empieza en la poesía.

Besos, poeta.

JosepMª dijo...

Uno de los más dulces recuerdos
de mi niñez
es cuando íbamos al bosque
a buscar moras.
Las ensartábamos
en tallos finísimos
de hierba dura
Y nos las comíamos
con la merienda.

Ya mayor,
recogí testimonios de ancian@s
sobre una curandera de mi pueblo:
La tía Jana,
que confeccionaba remedios
con la raíz de la zarza, unos
y con la corteza, otros,
según fuera para hipertensión, dolor de muelas
o acné.
Los frutos,
los incluia,
mezclados con otros ingredientes, en un vino
para adolescentes inapetentes:
Ví de la tia Jana,
del que se tomaba
una cucharada sopera,
mezclada con una yema de huevo,
en ayunas.
Cito de memoria, pero lo tengo todo en fichas, en algún armario.

Me animé a enviarte esta foto
(de la red)
porque también coincidimos
en las preferencias botánicas:

http://www.naturalcomolavidamisma.com/blog/las-moras-de-las-zarzamoras/moras_en_zarza/

Alegra más mi corazón
y mi vista,
una zarza con moras;
que una avenida de rosales

Un abrazo.

Tomás Rivero dijo...

Dos cosas, Sofía. No tengo por norma leer novela (una promesa que hice al dios de la poesía, después de leer quince o veinte) Así que lo tenemos jodido.
Y con los personajes que mencionas tengo en común la derrota. Pero sin sal. Lo mio es una derrota sosa. Yo no estoy enamorado de nadie, y no toco la trompeta.

No se por tanto para que me lo recomiendas. Aparte de que es uno de tus preferidos, lo cual debe ser sinónimo de calidad.

Gracias por tus recomendaciones.
El único universo está en la poesía, y si quieres hablamos del tiempo, ya que Alejandra se fue con Cortázar a dar un paseo.

Besos, entrañable.

Ventana indiscreta dijo...

JOsep, creo que en la coincidencias botánicas siempre seremos silvestres. Y a lo mejor no sólo en las botánicas.

Gusto da leerte cosas de gente que utilizó métodos curativos con las plantas.

Mira este enlace:

http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Roldor0032.JPG

Te cito de un libro que tengo en casa de botánica:

Las zarzamoras son perfectamente comestibles pero conviene no confundir los frutos de las especies que los tienen de color negro con los de la Coriaria myrtifolia, un arbusto que puede crecer entremezclado con ellas y que resulta extremadamente tóxico. Los frutillos de este último se disponen radialmente y no arracimados, en el extremo de las ramas, que tienen las hojas enteras y correosas y los tallos sin espinas. Precisamente por ese motivo existe una antigua prohibición en Europa de comer moras negras, que se asocian con la muerte y tienen su reflejo mítico en el descenso al Tártaro de Batón o Zarzamora.

Abrazos. (Por cierto, en catalán, zarzamora se dice Abracer

Ventana indiscreta dijo...

Tomás, a Lorca no hace ni falta que te lo recomiende. ¿A que nó?

Zarzamora con el tronco gris,
dame un racimo para mí.

Sangre y espinas. Acércate.
Si tú me quieres, yo te querré.

Deja tu fruto de verde y sombra
sobre mi lengua, zarzamora.

Qué largo abrazo te daría
en la penumbra de mis espinas.

Zarzamora ¿dónde vas?
A buscar amores que tú no me das.


Besos siempre sin espinas.

TOMÁS RIVERO dijo...

Una planta silvestre de entre un metro y dos de altura, llamada "cañimana" en mi tierra (que no lo es) y cuyo nombre científico ignoro, servía para, usando el extremo de su floración de finos tallos, y una vez pasada esta; servía digo, para llenarla toda, todita de moras. Su forma sería, para que te hagas una idea, un paraguas invertido al que sólo se le dejaron las varillas metálicas.
Pues bien esta ofrenda, era un intento de seducción para tu (mi) chica favorita. La chica se comía las moras, prendidas una a una y tiernamente por mí, y me daba las gracias y una sonrisa. Eso era suficiente. Eso era para mí hacer el amor. Yo era un niño. Hoy el amor se hace desde otros presupuestos (del estado) ante la ausencia flagrante de padres y niños. Ausencia producida por el avance de la barbarie capitalista, que diría mi amigo Trotsky.

Sigo comiendo moras todos los años. De unas zarzas por las que tú pasas muy cerquita, de vez en cuando.
Sangre y espinas. Acércate. / Si tú me quieres, yo te querré.
Yo también te querré, Sofía, aunque me lo digas “usando” a Lorca.

Lorca tiene un libro. "Poeta en Nueva York", lo demás es floristería. No hace falta que te explique las causas que motivaron dicho libro.

Besos sin espinas. Dulces como las moras.