miércoles, 10 de marzo de 2010

Esqueleto


Ya hablé de Inés en mi entrada Desarraigadas. Inés y yo mantenemos una relación muy cordial tras un encuentro fortuito entre cuadernos. De vez en cuando salimos al campo a ver qué nos muestra la naturaleza. Le dije: vamos a un sitio donde muchos árboles están poco menos que muertos. Y allí fuimos y allí la capté, observando aquel álamo blanco.
"Sofía, estoy viendo un mascarón de proa en este árbol."
El sol y las sequías pueden ser unos piratas crueles para ciertos árboles. Este fue el caso. "Inés, tengo que volver a leer 'Benito Cereno' de Herman Melville porque ese mascarón me lleva, sin duda, al de la novela."
Y aquí estoy.


Interesantísima novela la de 'Benito Cereno' donde la clave no está en el asalto del Santo Domingo por parte de un grupo de esclavos negros. La variación sobre cómo percibe el capitan Delano -que acude en auxilio del barco amotinado aparentemente en calma- al capitán secuestrado Benito Cereno. Al final se resuelve siendo doblegado el amotinamiento y descubierta la ambigua figura de don Benito condicionada por las presiones de su más duro secuestrador: Babo. Y claro está, el mascarón de proa, cubierto en todo momento desde que subiera el capitán Delano, es el principal enigma físico que recorre toda la novela. Algunos pasajes y frases ilustro al respecto:


'Sombras presentes, que presagiaban sombras futuras aún más intensas.'

'No estaba del todo claro si el barco tenía mascarón de proa, o sólo un simple espolón, debido a la lona que envolvía aquella parte, para protegerla mientras se reparase, o para ocultar decorosamente su abandono.'

'Mientras tanto, el capitán Delano hizo señas a su propio barco, mandando que se abrieran las portas y que se sacaran los cañones. Pero, para entonces, habían cortado el cable del Santo Domingo; y el chicote, en el latigazo, arrancó la cubierta de lona en torno al espolón, revelando de repente, al girar el casco blanqueado hacia el mar abierto, la muerte como mascarón de proa, en un esqueleto humano; comentario cretoso sobre las palabras escritas debajo con tiza: "Seguid a vuestro jefe".

'...que, en los tres días sucesivos, el declarante (don Benito), sin saber qué destino habían sufrido los restos de don Alejandro, preguntaba con frecuencia al negro Babo dónde estaban y si seguían a bordo, si se iban a conservar para su enterramiento en tierra firme, suplicándole que lo mandase así; que el negro Babo no contestó nada hasta el cuarto día, cuando, al salir el sol, el declarante subió a cubierta, y el negro Babo le mostró un esqueleto que había sustituido al mascarón de proa del barco..-'



Desde luego que les sugiero la lectura de la novela corta de Melville.
Tambien me hago una pregunta sencilla, vital y hasta como metáfora:

¿No acaba siempre nuestro mascarón de proa como esqueleto?