jueves, 28 de enero de 2010

Estalagmita

Ana Rosetti (Cádiz, 1950)

Chico Wrangler

Dulce corazón mío de súbito asaltado.
Todo por adorar más de lo permisible.
Todo porque un cigarro se asienta en una boca
y en sus jugosas sedas se humedece.
Porque una camiseta incitante señala,
de su pecho, el escudo durísimo,
y un vigoroso brazo de la mínima manga sobresale.
Todo porque unas piernas, unas perfectas piernas,
dentro del más ceñido pantalón, frente a mí se separan.
Se separan.

Indicios vehementes, 1985


Antes de que me vuelva a poner el chal poético y de que acoja a mis fresnos dentro del amanecer, quiero plantear la pregunta de si hay cosas imposibles. Me diréis que a manos llenas. Ya sé, vivimos en el mejor de los mundos posibles pero, desde luego, es imposible vivir en un mundo mejor. Lo que sí no es imposible es la erección del hielo. Y es que una no es para nada fría ni está libre de pecado; y es más, detecta las zonas erógenas a la legua. ¿Quién me iba a decir a mí que una rejilla de un fuente fuera tan sensible? Pues sí, ya lo veis. Gota a gota se forma el verso, o el falo, o el hielo. ¿Imposible? Para nada y, además, perfectamente viable. Bueno, aquí todos somos mayorcitos y nadie creo que se escandalizará. Y, por último, convendréis conmigo que, lo que menos le conviene al hielo erecto es un cálido precipicio. Creía que éramos polvo, pero no. Desde mi absoluto ateísmo creo que somos agua. Y si no que se lo pregunten a Marte.


Albert Pla está dentro de mis predilectos a pesar de su rayadura. Aquí pasamos de la ópera a la canción sutil.



Albert Pla (Ventegenarios en Alburquerque)

Después de corrernos
no me marcharé corriendo
me quedaré otro ratito
junto a ti
perdiendo el tiempo
después de corrernos
no encenderé un cigarrito
fumo poco últimamente
y sólamente fumo tus besos

me quedaré otro ratito
con el silencio de tus ojos
junto a ti mirando el techo
sólo se escucha a lo lejos
ese camión de la basura
haciendo su ronda nocturna
yo no te dejaré nunca
yo no te dejaré nunca

después de corrernos
no me quedaré dormido
pues no hay nada más bonito
que soñar contigo despierto
después de corrernos
no iré a hacer un pis ni iré a lavarme
no oiré teléfono ni timbre
me quedaré contigo para siempre

me quedaré otro ratito
con el silencio de tus ojos
junto a ti mirando el techo
sólo se escucha aquí cerquita
ese rugido de mis tripas
y en el tejado un gatito
le va maullando a la luna
yo no te dejaré nunca
yo no te dejaré nunca
yo no te dejaré nunca