Un hombre y una mujer Son uno. Un hombre y una mujer y un mirlo Son uno
He conseguido mirándote, mirlo, la dicción clara del vuelo. La ventana me sirve para yo verte, para yo añadirme a tu canto, ser de cerca tu entramado. Perenne deseo.
Últimamente me considero fuera de cobertura, lo cual no quiere decir que no emita. El silencio también se capta. Si alguien está en esas zonas que, geográficamente, se llaman de sombra, no hay porqué preocuparse. Quizá esté en un proceso de animalización, y lo digo en el sentido de comportarme como un sencillo animal: cantar al alba como lo hace un gallo o un mirlo, reptar como hace una serpiente, comer alguna que otra bellota como hace un jabalí, desplazarme aéreamente como lo hacen las grullas, tratar de ser astuta como un cuervo. Es por ello que creo que la inmutabilidad de ese gallo de Fez me llevó a pensar que no era tal sino una de esas antenas camufladas para no alterar el entorno. Cresta por antena. Al rojo vivo. Y, puesta a hocicar en la foto, no piensen que quien maneja el móvil es una persona: es un ciervo. Llegado a estas alturas no sé si nos estaremos animalizando o bien electronizando.
Felices fiestas a todos.
Canta Pepe León el Ecijano (Gracias por la aportación de Tempero).
Kikiriki Me gustan los gallos que cantan así. Kikiriki Me gustan lo gallos negros del campo.
Cuando los gallos cantan a coro viniendo el día y amaneciendo está en la vieja taberna del pueblo quedaron grabados los ecos flamencos de los cantes buenos, buenos de verdad.
Qué me habías notao que era de campo que traigo los zapatos llenos de barro.
No sabes, prima no sabes. Prima no sabes, no sabes, donde tengo el candao, tengo el candao y también las llaves.
Te llamas Dolores, bórrate el nombre. Y es que de las Dolores, ole con ole, huyen los hombres y eso es mentira yo me llamo Dolores y a mi se arriman.
Planto mi boca en la tierra para que tú te agaches, o igual me da, podrás tener si quieres boca de piedra, te morderé hasta que llegue a tu principado de arena.
Beijos de Fogo
António Zambujo
Silêncio nem uma pena Quero a minha alma serena Sem soluços na cidade Sequei meus olhos chorados Pus no peito cadeados P'ra não entrar a saudade
Numa atitude mais louca Pousei sobre minha boca Rosas fogo de quem ama P'ra se me vencer a fome De querer gritar teu nome Meus lábios fiquem em chama
Mas a noite é um segredo Confesso que tenho medo E ao mesmo tempo desejos De ouvir silêncios rasgados De quebrar os cadeados De te queimar com meus beijos