jueves, 22 de octubre de 2009

Arpón







Llegaba al cielo y me enfurecía. Esta frase dicha así podía tener cabida en una novela acotada/acortada por lucifer. Pero nada tiene que ver con una novela y sí mucho con lo endemoniada que me ponía cuando llegaba a los grandes cielos de los puzles de paisajes que antes ensamblaba. Y es que no te lo ponían nada fácil. Cielos pulcros y azulones sin ningún contratiempo, algo que rompiera su monotonía. ¡Anda que no tardaba! Si al menos, si al menos hubiera navegado un gran pez mientras yo construía. Pero nada. Pero lo que sí aprecié, pasados muchos años, es lo que vi evolucionar: y es que ves, intuyes y paras. Ves una ballena como podrías haber visto un ñu, o un buey volando. Te paras a ver porque sabes que el viento lo derivará hacia otras formas cada vez más perecederas. Y en dos minutos lo que te pareció una ballena resulta ahora un cuerpo extraño. Lo importante en estos casos: tener los ojos cargados con un buen arpón y cazar a aquéllo que no resulte dañado.





Un Cielo Para Los Dos

Lágrima Ríos

Composição: Enrique Dizeo

Nadie puede darte mas ternura,
nadie, nunca nadie más que yo
porque estoy plenamente convencida ¡ay!
que todo es “un cielo para los dos”.
No hay un día ni una noche
que me quede sin decirte
qué feliz estoy viviendo
con tu beso embriagador.
Mi madrecita santa
te idolatra, te bendice
al saber que su hija buena
encontró su verdadero amor.
Gracias mi estrellita, muchas gracias,
por haberme dado su querer
tu querer tan sincero y tan profundo ¡ay!
que guardo en lo mas hondo de mi ser.

No hay un día ni una noche
que me quede sin decirte
qué feliz estoy viviendo
con tu beso embriagador.
Mi madrecita santa
te idolatra, te bendice
al saber que su hija buena
encontró su verdadero amor.