sábado, 3 de octubre de 2009

Ybris





Estas fotos están hechas en Ávila, hoy. La cámara nueva llegó.


Esta entrada podría tener muchos títulos. Navajazos, corteza, savia, flechazo. O sutura. Y es que ese tronco de álamo se ha llevado tantos navajazos que ya no le caben más. Hablar si pudiera un árbol. Razón de amor. Sí, ya, pero podrían habérselo tatuado donde yo les hubiese dicho. Generoso es el árbol y al final impone su sutura y una lo ve de lejos y hasta estima razonable las figuras que emite el tronco. Y diré cómo he decidido titularla: Ybris. Sí, a Ybris, aunque él no lo crea, le debemos mucho. Yo al menos y lo que le debo me lo reservo aunque ni el lo sepa. Pero lo que más interesa ahora no es reclamarlo sino releerlo. Y sin su permiso (no se lo he podido pedir) lo he hecho y os lo propongo:


En la corteza de tu árbol


No hay límite en tu piel aunque de ella te cubras.
Desde ella te traspasas, a su través me absorbes.
Pintarme en ella o dibujarme allí
sería suspenderme entre tu dentro y fuera,
ponerte vertical y columpiarme,
colgado del espacio estrecho entre los dos,
de tu latido al mío,
desde donde me miras hasta donde te miro
movido por las manos con que te tocaría
y por el tenso impulso con que me aceptarías.
Pero no sé pintar, por eso escribo
los versos de un poema
por valles y colinas, por grietas y llanuras
palabras que te palpen, te investiguen,
te tracen y sondeen al ritmo de sus sílabas
y a la ardiente osadía con la que te tutean.
Dejo a mis manos recorrerte lentas
y a solo un dedo acariciarte esto:

A tus puertas te llaman mis nudillos
sólo por distraerte:
entré desde mis ojos hasta dentro
desde el mismo momento
en que nos desnudamos.
Quede esto escrito aquí como si fuera huella,
como si fuera muesca en tu corteza
de flecha y corazón pero sin fecha.




Hay mucha sinceridad en esta entrada. Que Mayte Martín le acompañe para quien él lo desee. A mí, lo lleva haciendo desde tiempo.