lunes, 15 de junio de 2009

Plastica

Queridos amig@s:

Cuatro versiones se me ocurren ante el decorado que os presenté hace unos días en Plástica, con acento. Ahora me refiero a la que no lo tiene, a la plastica o a la cagada. Añadan, si lo desean, versiones. Eso sí, preferibles las artísticas.

Versión objetiva

No todas las palomas tienen la amplitud de una cagada tan descomunal como la torcaz. Algunos coches pueden dar buena cuenta de ellas. Y es que las torcaces son las palomas más bellas y más voluminosas. Y de lo que se come se cría y caga. Ahora proliferan las moras que tintan el suelo allí por donde están plantadas las moreras. En este caso, una torcaz debió ponerse morada y posada en un pino es cuando decidió no contradecir a Newton con su cagada.

Versión aerógrafa

Visitar un museo como el de Cuenca es lo que tiene. Y es que una paloma no es ajena a lo abstracto. Tàpies, Millares, o Zóbel, por ejemplo pueden servirle de ejemplo. Quedó sujeta nuestra paloma a ese cuadro de Zóbel y reprimirse es lo que no pudo hacer. De ahí que le diera a su aerógrafo para que lo más sutil puediese plastarse (¿plasmarse?).




Versión azaroso-poética de la plástica en una acera

Consensuar contigo, azar,
la noble gesta del color;
ya sé, tus principios
del "no saber" mantienes.
No existe en ti
ni un intermedio de pereza.
Si te das, del todo te das.
Azar, en caída libre todo tu saber,
todo tu potencial estrellado.
El Arte, tan pensado ha, veces,
muchas, que ni a tu altura llega.

Hablemos de este caso concreto,
donde lienzo y suelo se equiparan
hasta que la lluvia,
como nuevo azar, dé sepultura
a ese arte torcaz y palomero,
vamos, lo diluya o lo huya,
tanto da.

Versión poético-musical

Uno escucha al genial cubano Bola de Nieve mientras lee la balada de Nicolas Guillén y se puede imaginar que, tras la pena, tras el miedo a que otra situación similar se vuelva a repetir, la paloma acuse una revolución intestinal y proyecte su angustia del mismo modo que de negro se puede pintar lo amargo.



Nicolás Guillén

"Balada"

Ay, venga, paloma, venga
y cuénteme usted su pena.

-Pasar he visto a dos hombres
armados y con banderas;
el uno en caballo moro,
el otro en potranca negra.
Dejaran casa y mujer,
partieron a lueñes tierras;
el odio los acompaña,
la muerte en las manos llevan.
¿Adónde vais?, preguntéles,
y ambos a dos respondieran:
Vamos andando, paloma,
andando para la guerra.
Así dicen, y después
con ocho pezuñas vuelan,
vestidos de polvo y sol,
armados y con banderas,
el uno en caballo moro,
el otro en potranca negra.

Ay, venga, paloma, venga
y cuénteme usted su pena.

-Pasar he visto a dos viudas
como jamás antes viera,
pues que de una misma lágrima
estatuas parecen hechas.
¿Adónde vais, mis señoras?,
pregunté a las dos al verlas.
Vamos por nuestros maridos,
paloma, me respondieran.
De su partida y llegada
tenemos amargas nuevas;
tendidos están y muertos,
muertos los dos en la hierba,
gusanos ya sobre el vientre
y buitres en la cabeza,
sin fuego las armas mudas
y sin aire las banderas;
se espantó el caballo moro,
huyó la potranca negra.

Ay, venga, paloma, venga
y cuénteme usted su pena.