jueves, 30 de abril de 2009

Profundidades






Y prosigue y se explaya de tal suerte
que, más allá de nosotros, más allá de la propia vida,
como activa abstracción que se hace carne,
la idea de gozar está gozando.

Carlos Drummond de Andrade


Si sólo viésemos las dos últimas fotos podríamos especular sobre el qué y sobre el dónde. Se pueden pintar abstracciones mas o menos atrayentes, se puede ejecutar un poema sobre lo abstracto o decir bien sin decir nada lo cual no deja de ser una difícil tarea de estilo. Pero en la fotografía no, lo abstracto no entra en ella, siempre es una concreción de la realidad lo que succionamos con el objetivo. Y eso es lo que yo hice ante ese alcornoque muerto de Hornachuelos. Lo vi, lo palpé, observé que llevaba tiempo de esa forma, lo ausculté diagnosticando una estética oculta en la parte del codo. El paso del tiempo y los pequeños seres vivos que por allí estaban habían labrado sus intersticios y el resultado no podía ser más elocuente: una textura exclusiva y concreta.


Abstracto digo que no.
¿Y de qué es lo que encuentro?
Piensa si algo de muerte
tiene: sería acierto.
Piensa si nutre vida,
no habrá ejemplar duda.
Muerte y vida en entregas,
seguro, algo que surge.






Esta taranta es de Rafael Riqueni, honda, limpia, despejada, me sirve para colarme secretamente en un instante de reposo para circundar con los ojos esas texturas.