domingo, 31 de mayo de 2009

Conquista








Si uno vive en Madrid y se acerca al comienzo de la avenida de las Trece Rosas -antes continuación de la calle del Arroyo de la Media Legua- verá una tapia sin fin donde lo urbanizable adquiere precios astronómicos. Y es que un simple nicho, un pequeño acomodo de cenizas se te puede ir a bastantes euros por encima de los mil. Sí, sí, hablo del cementerio, ese lugar del que no nos quitaremos su losa mientras vivamos. ¿Por qué no enterrarnos donde queramos? Perdón, ¿por qué no nos entierran donde una vez elijamos? Sería un avance, sin duda. Pero dejando de un lado esta macrourbanización de lápidas y cipreses me interesa la idea de poder levantar la foto de los nichos, levantarla como el que saca una diapositiva de un proyector (cuando se usaba). Lo que vería es lo que muestro en las siguientes fotos: un frontal de flores silvestres junto a las cocheras de la EMT : las poderosas malvas y las margaritas. ¿Quién no escucho aquéllo de irse a criar malvas? Es una de mis flores predilectas: salen en cualquier rincón, llueva o no y su flor es bella. Es una flor pertinaz, persistente y segura. Siempre he pensado en las flores silvestres y en su capacidad para salir de cualquier terreno no cultivado, su fervor por la tierra. De la muerte no seré yo quien diga nada, bastante nos dice ella cuando ya no. Tengo claro que la flor es la conquista más acertada en la tierra. Y muchas veces pienso, cuando se agrede tanto a la tierra, cuando no nos merecemos ni un palmo de la tierra que pisamos, que la muerte es la conquista más acertada de la tierra. 'En' o 'De', dos variantes de una conquista.

Ah, y no podía faltar a la izquierda de la primera foto esta que llevo a continuación. Y si creéis que miento, id vivos.



13 comentarios:

nachocarreras dijo...

Me gustan los cementerios, dan mucho juego... Aunque, como dices, visitándolos vivo.
Saludos.

XuanRata dijo...

Sin duda ser enterrados en el campo tendría muchas ventajas. Una de ellas, y no la menor, seria el gran ahorro en flores de plástico. Pero preferimos preservarnos bajo forma de fichero. Los nichos como archivadores, el último contenedor de la etiqueta.

manolotel dijo...

En general no me gusta pensar en la belleza de los cementerios. Si alguna vez me he visto obligado a ir siempre he sentido, no sé porqué, unas extrañas ganas de reir (y lo digo en serio).

Reconozco que son sitios donde se lee la vida y que la primavera también pasa por allí, pero siempre me ha resultado una belleza estática, lejana.

Sin embargo lo que si me gustaba eran esos epitafios en verso que se solían poner antes. Te dejo unos cuantos que he compuesto para la ocasión, un poco en broma:


Aquí yace un incrédulo acostado
que no creyó en si mismo ni en la suerte
ni en el amor, la vida, o en la muerte
mejor será que lo dejemos enterrado.


Esta mujer tan buena y compasiva
consoló a una compañía de lanceros
y con mas tiempo a un regimiento entero.
Puesto que ya está muerta ! Viva !.


Aún sigue tramitándose el impreso
del funcionario de esta sepultura.
Murieron los parientes, murió el cura,
la burocracia sigue su proceso.


Yace aquí un bebedor impenitente
que se bebió medio litro de lejía.
Creyó que era aguardiente.


Un besote

Shandy dijo...

Sofía, salgo fuera de ese Camposanto y miro esas malvas...

"El campo saca incansables bellezas escondidas y acumuladas,las renueva y ofrece sin tasa a los ojos y al alma de quienes quieren gozarlas. Advierte con su descansado silencio que sólo volviendo a él encontrarán los hombres lo mejor de ellos mismos.
¡Ay de los que lo olvidaren!^
[...]
Empiece por donde empiece, no acabaré. Se me quedará la canción a medio camino, entre los labios. Pero la tierra seguirá cantando. La oirán las alondras, los alcaravanes, algún matutero a deshora por la veredilla, algún extraviado entre los olivos, algunos amantes que busquen la complicidad de la noche y la dureza de la tierra para darle lo suyo al amor.
¡Oh canción tan inútil y tan necesaria como esta enorme y anual cosecha de florecillas ignoradas"
(Casería del Conde, 1946. José A. Muñoz Rojas)

Gracias por la canción de las florecillas ignoradas.

ybris dijo...

Tienes mucha razón: la flor -y el fruto- es la conquista más acertada de la tierra.
La malva -y la más imponente malva real- es la cifra más exacta del ciclo de la vida.
Quizás la flor que surge sobre la materia inerte que dejamos nos hable más de la inmortalidad que deseamos que cualquier otro razonamiento sobre la tristeza de la marcha.

Besos

virgi dijo...

Flores agradecidas siempre, sobre todo las silvestres. Cuando adornan los sepulcros abandonados, siento como si la sonrisa de los que han muerto se asomara a través de ellas.
Un beso, Sofía, la entrada anterior me pareció muy oportuna. Bueno, como siempre!!!

Ventana indiscreta dijo...

Nacho Carreras:

A mí no me gustan los cementerios. Me parecen sitios absurdos. Está por llegar el día que no se conciba la gestión de los muertos fuera de esos sitos lapidales. Pero estoy contigo en cómo se prestan a la fotografía. Será por lo de la quietud. Pocas fotos salen movidas.

Ventana indiscreta dijo...

XuanRata:

Ventajas, pobres canteras de mármol. Lo sentiría por aquéllos grabadores que a golpe de cincel ponían tu nombre, apellidos y fecha. Pero por quien no lo sentiría sería por el desuso de una palabra que hasta me da grima: Mausoleo.

Besos.

Ventana indiscreta dijo...

Manolotel:

Crédulo vibrante, risa en suerte
y vida alzada la que traes.

Mi bondad te entrego,
bien viva como estoy
y sin lance previo.

Guantanamera, paradigma de la burocracia.

Epitafio nº 1

Yace aquí de un amador

el mísero cuerpo helado,

que fue pastor de ganado,

perdido por desamor.

Murió a manos del rigor

de una esquiva hermosa ingrata,

con quien su imperio dilata

la tiranía de su amor.

Epitafio nº 2

Yace aquí el Hidalgo fuerte

que a tanto estremo llegó

de valiente, que se advierte

que la muerte no triunfó

de su vida con su muerte.

Tuvo a todo el mundo en poco;

fue el espantajo y el coco

del mundo, en tal coyuntura,

que acreditó su ventura

morir cuerdo y vivir loco.


Muchas gracias.

Ventana indiscreta dijo...

Shandy:

Gracias por traer esas cosas del campo de un querido mío antequerano como buena prosa/poesía:

Añado:

Yo me estremezco andando estas realengas, cruzando estas lindes, asomándome a
estas herrizas. Me siento extrañamente eterno. Me hundo en el campo y gusto en mi
espíritu tanta amargura suelta, tanta dulzura recogida en estos anuales surcos y
sementeras. Año tras año, sol a sol, surco a surco, se va el hombre atando a la tierra,
enterrándose en ella. Andamos sobre sus sudores, sobre sus ilusiones y sobre sus
huesos. Por eso tiemblo algo cuando voy por estos campos, por eso canto. Y tengo
miedo de no poder acabar una vez comenzado. Empiece por donde empiece.......

Besos.

Ventana indiscreta dijo...

Ybris:

Semilla, disposición y florecimiento:
condiciones para ser inmortales.
Razón llevas sobre la exactitud: la malva real como ciclo no impuesto.

Besos.

Ventana indiscreta dijo...

Virgi:

Las flores silvestres jamás llevan ropa interior.

Besos acechantes.

Merce dijo...

Se que en Fisterra hay un cementerio que mira al Fin de la Tierra, fijate, se construyó con la idea de ser un lujoso lugar para el que quisiera ser enterrado con vistas al mar, 100 nichos. (nichos, que poco me gusta esa palabra me produce claustrofobia). En fin, que habrá que morirse algun dia, digo yo, pero aparte de que no me apetece nada, casi me da igual a donde me lleven...

Batibiquiños