martes, 2 de diciembre de 2008

Ascuas





También pasaba por aquí. Cosas que tienen las carreteras, que una circula y no puede dejar la cámara de lado. Son tierras de olivar, tierras que se van oscureciendo conforme se realzan las brasas. ¿Por qué nos magnetizan tanto las puestas de sol? ¿El color? ¿Las formas? ¿El instante que las acompaña? Al final todo oscurece. Hay momentos en los que al diafragma de nuestro ojo le debemos exigir una larga apertura: el ligerísimo cambio de lo que acontece.