martes, 2 de diciembre de 2008

Ascuas





También pasaba por aquí. Cosas que tienen las carreteras, que una circula y no puede dejar la cámara de lado. Son tierras de olivar, tierras que se van oscureciendo conforme se realzan las brasas. ¿Por qué nos magnetizan tanto las puestas de sol? ¿El color? ¿Las formas? ¿El instante que las acompaña? Al final todo oscurece. Hay momentos en los que al diafragma de nuestro ojo le debemos exigir una larga apertura: el ligerísimo cambio de lo que acontece.

6 comentarios:

Araceli Merino dijo...

Es el incomprable espactáculo de la naturaleza. Pocas cosas en la vida tan irresistibles. Preciosas fotos!

Anónimo dijo...

Intensidad y fugacidaz...
Quizá por la capacidad de asombro que no hemos perdido, esa que acompaña a un niño siempre y que en nosotros perdura en estos instantes...la magia de la vida, la magia del alma sensitiva e inmortal...pero habrá tantas respuestas...

Apabullantes...

Rubén :-) dijo...

Unos colores muy bonitos, aunque he de decir que me recuerdan a Mordor, salvando las distancias. Unas fotos muy bonitas!

Anónimo dijo...

une tendance à l'abstraction dans toutes tes images et ce gout de la couleur!

Toni Pons Barro dijo...

Wow ¡¡¡ vaya cielos...muchas cosas interesantes en tu blog...te ire visitando.
saludos.

Merce dijo...

Preciosos "solpores" o "entre luscos e fuscos" como se diria por mi tierra, que tu tanto conoces :)

Biquiños :)